"Pero Argentina es como Sigourney Weaver en Alien: avanza un poco a tientas por claustrofóbicos pasillos retorcidos, llenos de aparatos oxidados, cables pelados y exasperantes goteos, y se sacude de miedo cuando un gato salta de la nada o el alienígena asoma desde una esquina. Y como ni siquiera en medio del conflicto con los fondos buitre se trata de responsabilizar a los extraterrestres por todo lo malo que nos pasa, recordemos que el temible xenomorfo también puede anidar en las entrañas de los pasajeros e incluso, en sus olvidables secuelas, llega a confraternizar con ellos".